Fotografía y redacción: Jhony Velasco
La Mega Procesión de Catrinas 2025 no fue solo un desfile; se consolidó ayer, domingo 26 de octubre, como un fenómeno cultural y un imán de emociones masivas en la Ciudad de México. Miles de personas, pintadas con los vivos trazos de la inmortal calavera de Posada, recorrieron el tramo de Paseo de la Reforma al Zócalo, demostrando que la tradición mexicana del Día de Muertos es una de las más poderosas narrativas culturales a nivel global. El evento, más allá de la estética, tocó fibras sensibles en el público, confirmando la eficacia del vínculo emocional, que México ha sabido forjar con la figura de la Catrina.
El punto focal de la jornada fue la fusión de lo ancestral con lo contemporáneo, logrando una conexión profunda con los asistentes. La calavera garbancera, nacida como crítica social, se ha resignificado como un símbolo de inclusión y orgullo .
Los maquillajes, ejecutados con meticulosa dedicación, no eran simples disfraces. Eran una declaración. En la primera imagen, una Catrina aplica pintura a otra persona, ilustrando el ritual colectivo y la transferencia de identidad antes del recorrido. Esto activa el neurona espejo en el espectador, generando empatía y el deseo subconsciente de participar en esa tradición vibrante.
La procesión desbordó el estereotipo. Vimos la Catrina en contextos inesperados que atrajeron a diversos nichos.
La Catrina de alas blancas, vestida de enfermera , apela a la conexión emocional con la vida y la muerte, la dualidad entre el cuidado y la fragilidad humana. El otro atuendo con grandes alas y profusión de flores en tonos pastel y oscuros refuerza esta estética de la muerte sublime y etérea.
Personajes de la cultura pop y guerreros míticos, como el imponente vikingo con su máscara de calavera y el caballero medieval con su armadura y rostro esquelético y , inyectaron un componente de entretenimiento y espectacularidad que resuena con audiencias más jóvenes, expandiendo el alcance de la celebración.
La ruta de Reforma se convirtió en una pasarela de alto impacto visual, una estrategia clave del neuromarketing para asegurar la perdurabilidad del recuerdo. La saturación de color, el contraste de los maquillajes con los atuendos y la majestuosidad de los accesorios fueron elementos diseñados para la retención de la imagen.
Los grupos familiares y contingentes temáticos, como el trío con trajes tropicales vibrantes y tocados rojos y azules intensos , garantizan un fuerte anclaje visual. El cerebro humano procesa y recuerda mejor los colores vivos y los altos contrastes, lo que hace que estas imágenes sean altamente compartibles en redes sociales, el motor actual de la difusión cultural.
La presencia de la Catrina vestida de novia junto a un militar conecta con el sentir nacional y la seriedad de la institución. Por su parte, la Catrina de tocado prehispánico y escudo de guerrera remite directamente a las raíces históricas de la tradición, apelando al ethos y al sentido de orgullo nacional.
Aunque el desfile en sí es el clímax, la Mega Procesión es un motor económico y social. La simple imagen de la Catrina siendo maquillada en plena calle demuestra la actividad económica generada por artistas y comerciantes, muchos de ellos artesanos y pequeñas empresas locales, que encuentran en estos días su temporada alta.
La respuesta ciudadana, con cientos de miles de espectadores que atestaron las banquetas y utilizaron el transporte público, convierte el evento en una experiencia colectiva de gran escala, un "megapuente" de emociones. La Catrina no solo celebra a los muertos; se ha convertido en la figura viva que revitaliza el espíritu de la ciudad y su economía, atrayendo turismo y cimentando la imagen de la capital mexicana como un centro cultural de clase mundial. La muerte nunca lució tan viva, rentable y profundamente arraigada en el corazón colectivo.
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